Título original: Erin Brockovich
Año de producción: 2000, EEUU
Director: Steven Soderbergh
Duración: 130 min.
El film relata la historia de Erin, una mujer joven, soltera, madre de tres hijos y con un perfil poco cualificado, que busca trabajo para poder mantener a su familia, situación que se agrava por un accidente de tráfico del que no sale bien parada, ya que los prejuicios del juez que lleva el caso hacen que su demanda sea desestimada.
El abogado de su aseguradora, Ed Masry, que había presentado la demanda, se ve en la obligación de contratarla por el agravio de su demanda, y la pone a archivar expedientes. La protagonista, llevada por su curiosidad, descubre un caso que puede ser muy importante para el bufet.
Tras una larga y dura investigación por parte de Erin, por la que realiza un sobreesfuerzo personal y familiar, logran enfrentarse a una gran compañía, la GEP (Gas y Electricidad del Pacífico), que, presuntamente, ha envenenado las aguas subterráneas de una población, exponiendo tanto a sus trabajadores como a los vecinos a graves enfermedades, incluso a la muerte.
Después de meses de trabajo, y por decisión de Ed, el caso pasan a gestionarlo otros abogados con más recursos y prestigio, y lo que, a priori, parecía ser una buena opción, resulta nefasto, pues los demandantes habían confiado en Erin, y el caso no seguirá adelante sin ella. Finalmente, consiguen ganar el caso, y la protagonista consigue su objetivo: ser respetada por su trabajo.
De esta película tendríamos que destacar muchas cosas. Por un lado, la dificultad en la que se encuentran las mujeres a la hora de conciliar su vida laboral y la familiar. Por otro lado, y aunque parezca que ya se han superado estas diferencias, el machismo encubierto existente, y al que muchas mujeres tienen que enfrentarse cada día, así como el poco reconocimiento al esfuerzo individual en la oficina.
Pero, sin duda, lo que más puede llamar la atención es que una demanda de este calibre sea sacada adelante por una persona poco cualificada pero con unas habilidades personales, como la empatía, muy necesarias para el óptimo desarrollo del trabajo. Con ello, no queremos decir que la formación no sea necesaria, nada de eso. Es muy importante, pero tanto o más que la formación, es el desarrollo de ciertas habilidades y competencias que harán que nuestro desempeño pase de ‘normal’ a ‘excelente’. ¿Estáis de acuerdo?