El otro día conversábamos con una colega de profesión sobre la importancia de detectar en las entrevistas de trabajo la motivación que poseen los candidatos hacia aquello a lo que se dedican. Para nosotras es importante captar este aspecto o, al menos, intentarlo.
Existe un momento durante una entrevista en que le pides a esa persona que te explique en qué consistía su anterior trabajo o qué le gustaba de él. Y rápidamente, ante una pregunta tan sencilla como esa, ves cómo les cambia el gesto, muchos parece que se relajen y algunos hasta sonríen, como si pensaran: “hablar de lo que me gusta hacer: fácil!”. Al responder, la persona a la que le motiva lo que hace, vibra detallando tareas, repasando procesos, enumerando gestiones y responsabilidades,… Personalmente, para nosotras como entrevistadoras, es maravilloso cuando se produce este momento, y es una de esas cosas que nos enganchó de nuestro trabajo: presenciar la pasión, presenciar a esa otra persona en su esencia. Es emocionante.
Independientemente de lo interesante de esta vivencia, nuestra finalidad como seleccionadoras sería detectar y captar para nuestras compañías a personas apasionadas de lo que hacen. Para nosotras, la importancia de este hecho radica en dos motivos:
1-Creemos firmemente que nadie puede ser brillante en algo que no le apasione, y en las organizaciones quieren contar con los mejores profesionales.
2-Hemos experimentado los beneficios de trabajar en entornos en los que la gente disfruta lo que hace. Esto genera un clima laboral infinitamente más positivo (y esto, a su vez, redunda también en mejores resultados).
En cuanto al primero de estos motivos, el razonamiento de porque no podemos ser verdaderamente buenos en algo que no nos apasiona. Es muy sencillo, si partimos de la idea de que la motivación es el motor de todo aprendizaje y que mentes privilegiadas hay solo cuatro, estaremos de acuerdo que no es fácil que persistamos (informándonos, formándonos, acumulando pericia) en áreas que no nos motiven y, sin un determinado grado de dedicación, es difícil que lleguemos a dominar un campo como para ser verdaderamente buenos en él. El apasionamiento, en este caso, puede marcar la diferencia entre ser un profesional correcto y ser brillante.
En cuanto al segundo motivo, simplemente cabe pararnos a pensar en aquello que verdaderamente nos gusta hacer, bien se trate de nuestro trabajo (enhorabuena, en este caso) o de aquellas cosas que hacemos en nuestro tiempo libre por placer o hobbie; centrémonos en la experiencia de estar enfrascado en esas tareas, en cómo todo parece fluir y las horas se nos pasan volando. Es una sensación que todos tenemos en algunos momentos y apartados de nuestra vida. Para todos nosotros es una experiencia de disfrute, altamente deseable. ¿Os imagináis trabajar en un equipo en que sus miembros compartan esa misma vivencia en relación a las tareas y responsabilidades asignadas a su puesto? En este caso, el apasionamiento marca la diferencia entre tener una nómina y tener un trabajo. Además, una de las propiedades que tiene la verdadera pasión es que es contagiosa y pueden generarse sinergias altamente creativas y productivas.
Después de todo lo expuesto, y por si todavía no vemos claros los beneficios de la pasión en el campo profesional, repitamos el ejercicio anterior pero con un escenario totalmente distinto que a todos nos puede resultar familiar. Pensemos en una situación que, tristemente, abunda: la de aquellos que se pasan cada día 8 horas trabajando en algo que no les motiva, y esto durante semanas, meses y años… ¿qué pensamos a priori del desempeño de estos trabajadores en sus puestos? ¿y de su bienestar y satisfacción personal?.
Con todo, simplemente queríamos compartir con vosotros lo que pensamos acerca de otro aspecto de nuestro desempeño profesional, porque nos gusta la gente apasionada por lo que hace, la gente que arde, y porque intentamos detectarla y que sea captada por las organizaciones. Pero queríamos también con esta reflexión animaros a buscar aquello os apasione, o hacer que os apasione aquello que hacéis, buscar la chispa que encienda la llama, la cuestión es arder, ¿o no?
¿Qué opináis vosotros? ¿Ardéis en lo que hacéis? Estamos deseando oíros.