Siempre hay un momento previo, cuando nos encontramos ante la tarea de escribir algo, en que nos inunda la inquietud de que nos faltan datos y conocimientos para aportar algo verdaderamente valioso. Esto se debe, en gran parte, a nuestra necesidad de control y cierto perfeccionismo, que cada vez vamos manteniendo más a raya. Y para continuar ganándole batallas a nuestra autoexigencia (a ver si al hacerlo en público se avergüenza y se marcha para siempre, es un poco pudorosa…), hoy hemos decidido soltarnos y hablar sobre motivación de manera totalmente vivencial y personal, sin referencias a grandes sabios, a excepción de alguna cita de esas que tanto nos gustan y nos estimulan.
Después de años de observar lo que mueve nuestras emociones y conductas y la del resto de humanos, hemos comprobado que una de las cosas que aporta sentido a la vida de muchos es tener un propósito vital y trabajar en él.
“Volví a sentir unas enormes ganas de vivir cuando descubrí que el sentido de mi vida era el que yo le quisiera dar” (Paulo Coelho).
Indagar y descubrir tu propósito vital y ponerlo a trabajar, aunque sólo puedas dedicarle unos instantes al día, no importa. Ver cómo, poco a poco, todo empieza a fluir: el resto de apartados y circunstancias de tu vida van alineándose para que avances en el camino hacia tu objetivo y, de pronto, todo cobra un sentido primigenio. Y es algo liberador. Es como volver a casa tras un largo viaje; volver a un lugar (mental, en este caso) donde uno conoce y se reconoce, donde somos más nosotros mismos y somos invencibles.
¿Eso significa que, cuando encuentras lo que te motiva estás motivado las 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año, y que nunca más tienes? Pues por supuesto que no.
“La gente señala que la motivación no le suele durar… Tampoco los efectos de la ducha, y por eso nos duchamos a diario” (Zig Ziglar).
Todos tenemos momentos y días malos, circunstancias adversas. Todos dudamos. Toda persona inteligente se hace preguntas y vacila. No somos inmunes a lo que nos rodea y podemos ser vulnerables a los objetores que nos hablan de molinos de viento, utopías y espejismos…
Frente a ello, la motivación es una decisión consciente que se ha de tomar a diario, igual que la decisión de ducharse si queremos mantener sus efectos. Vivir motivado y, en definitiva, ser feliz, es una actitud, una opción de vida que se escoge reiteradamente. Nosotras, en su momento, decidimos creer y lo seguimos decidiendo cada día.
Para los agnósticos, tengo una explicación alternativa: todos podemos dudar y perdernos por el camino, pero si uno tiene clara la dirección y el destino, no permanece mucho tiempo perdido ni a la deriva, uno ajusta el rumbo y emprende el camino de vuelta, porque sabe a dónde volver… A casa.
Nos vemos allí.
Y tú, ¿te das una ducha de motivación todos los días?